Cuando pensamos en la vida espiritual, a menudo podemos caer en la tentación de pensar en ella en términos abstractos. Aunque esos términos pueden ser útiles a veces para definir ciertas realidades espirituales, puede que no encajen del todo o no tengan sentido en nuestro cerebro o corazón.
El hierro y la vida espiritual
San Gregorio de Nisa escribió en una homilía sobre la vida espiritual y utilizó el hierro como ejemplo e ilustración:
"Tomemos como ejemplo un trozo de hierro. Aunque antes fuera negro, una vez que se le quita el óxido con una piedra de afilar, empieza a brillar y a reflejar los rayos del sol. Lo mismo sucede con el hombre interior, que es lo que el Señor entiende por corazón".
Luego continúa su comparación explicando cómo nuestra propia limpieza espiritual puede reflejar mejor la gracia de Dios en nosotros:
"Una vez que un hombre elimina de su alma la capa de suciedad que se ha formado en ella por su negligencia pecaminosa, recuperará su semejanza con su Arquetipo, y será bueno. Pues lo que se asemeja al Bien supremo es en sí mismo bueno. Si entonces mira dentro de sí mismo, verá la visión que ha anhelado. Esta es la bendición de los puros de corazón: al ver su propia pureza, ven el Arquetipo divino reflejado en sí mismos".
El sacramento de la confesión se considera el medio más eficaz para eliminar la "capa de suciedad" que puede haberse formado en nuestra alma a causa de nuestros pecados.
Al mismo tiempo, la confesión es solo el principio, ya que solo podemos reflejar la bondad de Dios si volvemos repetidamente a Dios y formamos nuestras vidas a su imagen.
A ejemplo de Jesús
San Gregorio prosigue su reflexión explicando cómo debemos modelar nuestra vida según el ejemplo de Jesús:
"Porque Dios es pureza; está libre de pecado y es ajeno a todo mal. Si esto puede decirse de ti, entonces Dios estará ciertamente dentro de ti. Si tu mente no está contaminada por ningún mal, está libre de pecado y purificada de toda mancha, entonces sí que eres dichoso, porque tu vista es aguda y clara. Una vez purificado, ves cosas que otros no pueden ver. Cuando las nieblas del pecado ya no nublan el ojo de tu alma, ves claramente esa visión bendita en la paz y la pureza de tu propio corazón".
Para vivir más como Jesús necesitamos primero quitar lo que nubla nuestra alma para que podamos reflejar mejor la pureza de Cristo.