El carácter juguetón y la curiosidad de los niños pequeños pueden llevarles rápidamente a situaciones peligrosas que pueden provocar accidentes. Eso es lo que experimentó Joey, un niño de Nueva York.
A pocas semanas de cumplir cuatro años, el niño observaba a su abuelo cortando el césped con un tractor cortacésped, como tantas otras veces.
Un momento de falta de atención y un accidente
"Le encantan los tractores y le gusta ayudar a cortar el césped", contó la madre Keirsten a People sobre su hijo menor. Como había hecho muchas veces antes, Joey corrió entusiasmado hacia su abuelo, que estaba cortando el césped. Éste no vio a su nieto, dio marcha atrás desprevenidamente con el cortacésped, el pie del niño quedó atrapado debajo de la moto y se produjo un grave accidente. Keirsten los horribles momentos. "Fue duro para todos, sobre todo para mi padre, que se culpa de lo ocurrido".
Su abuelo acudió rápidamente al rescate de su nieto con un vendaje que detuvo la hemorragia y salvó la vida del pequeño Joey. El niño fue trasladado en helicóptero al Hospital Infantil de Boston, donde fue sometido a una serie de operaciones en el pie, que finalmente los médicos no pudieron salvar, por lo que tuvieron que amputar su pie.
"Es un niño muy fuerte"
El niño pasó algo menos de un mes en el hospital y, a pesar de su difícil recuperación, impresionó a su familia, a los médicos y al resto del personal sanitario por su sorprendente madurez y optimismo para su edad.
Su madre dice con admiración que hablar con él ya está al nivel de hablar con un adolescente. "Es un niño muy fuerte", afirma. El padre del niño, Joseph, añade que siempre ha sido así. Es muy comprensivo, puede empatizar con los sentimientos de los demás y su vocabulario es de un nivel muy alto.
El sorprendente consuelo de un hijo
Keirsten cuenta lo terriblemente difícil que fue para ella volver a ver a su hijo por primera vez tras su amputación. Desde luego, no esperaba el consuelo que iba a recibir de su hijo. "Después de la noche en que le amputaron el pie, por supuesto que yo estaba llorando, y él me rodeó la cabeza con los brazos y me dijo: 'Mamá, ¿qué te pasa? Le contesté que estaba muy triste, y me dijo que todo iría bien".
Durante la estancia de Joey en el hospital, los Marsico tuvieron que adaptar su vida familiar a la recuperación de su hijo, al tiempo que intentaban pasar el mayor tiempo posible con su hija mayor Gianna, cuyo diagnóstico de trastorno del espectro autista la hace aún más necesitada de una rutina diaria asentada.
Un día, cuando Keirsten se despidió de su hijo para volver a casa con su hija, que también la necesitaba, no pudo contener una lágrima. Recuerda que Joey la abrazó, le secó las lágrimas y la consoló diciéndole que no estuviera triste por él.
Encontrar apoyo en la fe
Keirsten afirma que su fe le ayudó a superar esta terrible experiencia.
"Mi mayor temor es que cuando la gente escuche nuestra historia, lo primero que piense sea: '¿Por qué no se ocuparon de él? O: '¿Cómo han podido dejar que pasara esto? Es algo en lo que he pensado mucho como madre", admite.
"No dejo de repetirme que todo esto ocurre por alguna razón. Dios tiene un plan para nuestro pequeño y no es algo que podamos entender ahora mismo", dice. "Los accidentes ocurren. No podemos controlarlo, y no nos preguntemos por qué, porque nunca lo sabremos, solo nos haremos daño a nosotros mismos."
Está firmemente convencida de que, con algunos ajustes y apoyo mutuo, superarán todos los retos a los que se enfrenta Joey. "Tenemos que estar a su lado y permanecer unidos como una familia".
A principios de junio, el niño recibió el alta hospitalaria después de un mes y, para su alegría, pudo celebrar su cumpleaños en casa. Sus padres están animados por sus constantes progresos y no dudan de que se acostumbrará a la prótesis que pronto recibirá.
Al mismo tiempo, están asombrados de lo bien que Joey es capaz de tranquilizar a los demás cuando más está sufriendo. "Ha sido un chico especial desde el principio", dice su padre, orgulloso de su hijo.