En el corazón del Parque Natural de la Zona Volcánica de la Garrotxa, en Gerona (España), se encuentra el volcán de Santa Margarida. Inesperadamente, este cono volcánico perfecto aúna la fuerza sobrecogedora de la naturaleza y el espíritu perdurable de la fe: en el centro de su cráter se encuentra una antigua y serena ermita.
La Zona Volcánica de la Garrotxa es una región formada por erupciones que comenzaron hace 700 mil años y cesaron hace unos 8 mil años. Es el hogar de una notable colección de conos volcánicos, cada uno envuelto en una exuberante vegetación.
Entre ellos, el volcán de Santa Margarida es especialmente llamativo, sobre todo por su forma perfectamente simétrica.
Un drama geológico y una tranquila reverencia
La historia del volcán de Santa Margarida es a la vez un drama geológico y una tranquila reverencia. La última gran erupción se produjo hace unos 11 mil años, con una potente explosión freatomagmática que formó el amplio cráter que vemos hoy. Con el paso de los milenios, el cono volcánico ha quedado cubierto por un denso bosque, con restos de coladas de lava y materiales piroclásticos aún visibles a lo largo del sendero del Mas el Cros, una ruta alternativa que ofrece una visión más profunda del paisaje volcánico.
La ermita situada en el centro del cráter es una estructura modesta pero significativa, un ejemplo clásico del sobrio estilo románico catalán. Construida originalmente en el siglo XII, la ermita ha sufrido varias reconstrucciones, la más notable en 1865, tras su completa destrucción en una serie de terremotos del siglo XV.
Una imagen en el propio cráter
La razón por la que se construyó en este lugar, según Els Goigs a Llaor de la Santa (rimas [o himnos] tradicionales catalanes en honor de la santa) fue el descubrimiento aparentemente milagroso de la imagen de Santa Margarita en el propio cráter.
La imagen, de alabastro, resistió los terremotos del siglo XV. Hoy en día, los visitantes encuentran en el interior de la ermita una réplica perfecta de una escultura de Santa Margarita de los siglos XIV o XV; la original se conserva en el Museo Diocesano de Girona.
El acceso al volcán de Santa Margarida es fácil. Un aparcamiento cercano permite a los visitantes realizar una corta y pintoresca caminata hasta el cráter, donde aguarda la ermita. La subida dura unos 30 minutos y es accesible para todos. Ofrece unas vistas impresionantes, sobre todo en otoño, cuando las copas de los árboles se tiñen de vivos colores.
Para los más interesados en la geología o los que deseen prolongar su visita, el Parque Natural de la Garrotxa también ofrece un circuito de 12 kilómetros que incluye el encantador bosque de La Fageda d'en Jordà y el imponente volcán Croscat, el mayor de la Península Ibérica. Esta ruta pone de relieve la diversidad geológica, el encanto medieval, el significado religioso y la belleza natural de la región.