Una situación muy común en todas las familias es la de encontrarnos con personas queridas que no se acercan a Dios ni a la Iglesia por distintas razones.
Y eso puede resultar no solo incómodo, sino desconcertante y hasta puede hacernos perder la paz por la situación espiritual de esa persona que nos importa y que desearíamos que se diera la oportunidad de sentirse amado por Dios.
Para resolver esta inquietud, el padre Daniel retoma lo que dice el Catecismo para aconsejarnos.