Nuestra felicidad y nuestra salud dependen de las relaciones que establezcamos, dice el extenso Estudio sobre el Desarrollo Adulto de la Universidad de Harvard. Parece encajar con la invitación de Jesús de Nazaret de amarnos los unos a los otros… haciendo oración por la otra persona.
Buscamos compenetrarnos con los demás, pero una y otra vez surgen enfados, tensiones, rupturas. ¿Por qué no logramos relacionarnos mejor?
La capacidad de amar a los demás y de establecer buenas relaciones puede trabajarse, pero también intervienen factores que escapan a nuestro control.
Para esas relaciones que quisieras mejorar, es esta oración. Si quieres purificar tu vínculo con una persona, empieza pidiéndoselo a quien puede hacerlo posible.
Oración
Gracias, Padre, por crear a …
gracias porque su vida fue acogida, porque ha crecido
y hoy puede transmitir algo de tu plenitud,
porque te manifiestas de una manera única en él, en cada uno de tus hijos…
Gracias porque lo pusiste en mi camino,
por lo que nos has permitido compartir,
las cosas que nos han alegrado y lo que nos ha costado,
por esta relación, llamada a dar fruto, a hacer crecer el amor.
Quiero pedirte con todo mi ser que purifiques nuestro vínculo.
Prepara nuestros corazones, nuestras almas,
para que cada uno pueda mirar al otro como Tú lo haces,
descubriendo su belleza, su bondad, su verdad,
y acogerte a ti, santo Dios, en el otro,
verte tras él -¡en él!-, escucharte en sus palabras, acciones y gestos.
Que pueda enriquecerme con lo que le has regalado,
que podamos ayudarnos mutuamente a ser más santos.
Te pido por …, por todas sus necesidades, físicas y espirituales.
Bendícelo, santifícalo, prepáralo para la unión eterna contigo,
Despierta en mí un profundo amor a él,
que pase, si lo quieres, por alegres y fecundos sacrificios,
para que triunfe definitivamente el amor,
y se cumplan los perfectos planes que soñaste para nosotros.
Amén
Así lo logró santa Teresita
Sobre lo que una persona puede hacer para mejorar sus relaciones, existe una inspiradora historia de santa Teresita del Niño Jesús.
La carmelita francesa luchó mucho por mejorar su relación con una monja de su comunidad confiando en que el amor es más obras que sentimiento.
Santa Teresa de Lisieux rezaba por ella, le prestaba todos los servicios que podía y siempre le sonreía.
Con su insistencia en amar, logró un vínculo especial con esa hermana y algo aún más grande: encontrar a Jesús en el fondo de su alma.