La entrada podría parecerse a la de una cueva prehistórica. Sin campanario, una entrada casi invisible. Pero se trata de una iglesia. En el camino de Santiago, concretamente en Aubeterre-sur-Dronne (Francia), en el siglo XII se excavó en el acantilado una sorprendente iglesia.
El señor de Aubeterre, Pierre de Castillon, es el responsable de este edificio: bajo su castillo, hizo excavar en la piedra caliza esta iglesia, dedicada a Saint-Sauveur, para albergar preciosas reliquias traídas de las Cruzadas.
En Turquía había visto los monumentos rupestres de Capadocia y se inspiró en ellos para su edificio subterráneo. Un pasillo, hoy bloqueado, unía directamente el castillo con la iglesia.
La construcción, o quizá deberíamos decir excavación, duró veinte años. Se extrajeron nueve mil metros cúbicos de piedra. Fue toda una hazaña despejar una cavidad de 27 metros de largo, 16 de ancho y 20 de alto, ¡lo que lo convierte en el mayor edificio religioso troglodita de Europa!
El camino a Compostela
Los peregrinos que tomaban el camino de Compostela podían visitar las reliquias conservadas en la iglesia, probablemente en el gran relicario hexagonal, de seis metros de altura, inspirado en el Santo Sepulcro tallado en un solo bloque. No hay certeza sobre la naturaleza de las reliquias. Se habla de trozos de la Santa Cruz o de instrumentos de la Pasión.
Hasta la Revolución Francesa, la iglesia estuvo confiada a una comunidad de canónigos. El lugar conservó durante mucho tiempo una gran importancia espiritual, ya que también servía de necrópolis. La iglesia de Saint-Sauveur cambió su nombre por el de Saint-Jean en el siglo XVI.
Las reliquias desaparecieron y el lugar fue abandonado progresivamente en favor de la cercana iglesia de Saint-Jacques, menos restrictiva tanto para los clérigos como para los fieles. Una parte de la colina se derrumbó, haciendo desaparecer el coro y la nave.
El inesperado descubrimiento de una cripta
En 1794, la iglesia se convirtió en una fábrica de salitre para abastecer de pólvora a los ejércitos revolucionarios. Como en una bodega, el material era abundante y fácil de recolectar en un lugar tan profundo.
Como el cementerio alrededor de la iglesia Saint-Jacques, en las alturas de la ciudad, había llegado a su punto de saturación, Saint-Jean se utilizó como cementerio municipal en el siglo XIX. Conservó esta función hasta que un decreto de salud pública puso fin a esta práctica
Las obras de restauración no comenzaron hasta 1958. El descubrimiento de una cripta a principios de los años sesenta fue fruto de la casualidad: el techo de la cavidad excavada bajo el patio se había derrumbado bajo el peso de un camión. La existencia de esta cripta, de la misma época que la iglesia, era totalmente desconocida. A veces, la arqueología puede ser muy sencilla.