Cuando se le pregunta al padre Cédric Triponey si le gusta el deporte, la respuesta es: "¡No! Pero es un mal necesario". El padre Cédric se convirtió en párroco de Sarrebourg en septiembre de 2023 y, para conocer a su rebaño, decidió hacerlo… a través del deporte.
Diagnosticado con la enfermedad de Charcot, este hombre de 40 años se apuntó a un gimnasio. El objetivo: retrasar la progresión de la enfermedad manteniendo la masa muscular. Pero para él, también es una forma de combatir el sedentarismo de la vida pastoril.
"Siempre me ha parecido un poco tonto correr detrás de un balón o alrededor de un terreno de juego… Y en el colegio se me daba fatal el deporte porque tenía problemas neurológicos que me impedían progresar. En esos casos, enseguida te discriminan", recuerda el padre Cédric.
Fue en el seminario donde redescubrió su gusto por el deporte. "Hacer deporte en una comunidad y en un entorno solidario me ayudó a ganar confianza en mí mismo".
La gente se confía, porque el deporte elimina todos los filtros y rompe las barreras
La idea de llevar a sus feligreses con él a los gimnasios "Basic Fit" se le ocurrió mientras preparaba un programa de Cuaresma. "Buscaba algo 'impactante' para animar a la gente a vivir de otra manera esta época del año", explica a Aleteia.
"La Cuaresma se percibe a menudo como triste, mientras que es un proceso festivo en el que nos preparamos para la Pascua". Para llamar la atención, el padre Cédric utiliza los códigos publicitarios que ve. "La publicidad omnipresente entonces era la de la marca 'Comme J'aime', que estaba por todas partes. Yo quería catolizar el mensaje publicitario: ¿y si perdiéramos el peso de nuestros pecados para recuperar nuestra figura espiritual?". Lo mismo ocurre con "Basic Fit", cuyas mochilas naranjas y grises se ven por todas partes: "Propuse un programa 'Catholic Fit', con una actividad espiritual y otra deportiva. Luego invité a quien quisiera a venir al gimnasio conmigo.
Tiempo de intercambios
Incluso los feligreses de más edad están invitados a unirse a la diversión. Por ejemplo, una feligresa de 84 años se puso valientemente la ropa de ejercicio para caminar en una cinta.
Bicicletas elípticas, ejercicios con pesas para los más jóvenes, clases de estiramientos en grupo… "La idea es que sea un momento para compartir, para dedicar tiempo a mis feligreses", dice el Padre Cédric.
"La gran tragedia de mi vida de sacerdote es que demasiado a menudo tengo que decir 'no tengo tiempo', 'pida cita'… Aquí, durante una hora al día, estaba con ellos. Esta iniciativa me demostró que era posible".
El padre Cédric mantiene un ritmo de una o dos horas semanales en la sala con sus feligreses. Un tiempo en el que también está llamado a evangelizar, explica. "También tengo jóvenes que no están bautizados, o que ya no son practicantes, un musulmán… y luego están los que tienen muchas preguntas sobre la fe y la Iglesia católica. La gente confía en mí, porque el deporte te permite eliminar todos los filtros, romper las barreras".