Bajo el pontificado de Juan Pablo II (1978-2005), el entusiasmo mundial por los grandes avances de la conquista del espacio se desvaneció un poco. La emulación científica de los primeros tiempos se convirtió en un frío conflicto estratégico, en el que la guerra de las galaxias, publicada un año antes de su elección, parecía cada vez menos cosa de ciencia ficción.
"La pregunta es ineludible: ¿a quién pertenece el espacio? No dudo en responder que el espacio pertenece a toda la humanidad, que está al servicio de todos", dijo el Papa polaco en 1984. Fascinado, como sus predecesores, por la conquista del espacio, mostró un interés particular por la dimensión científica de esta búsqueda. Y tratará de enmendar un error de los teólogos en este ámbito: el caso del proceso de Galileo.
La condena de Galileo
Ya en 1979, con ocasión del centenario del nacimiento de Albert Einstein, el Pontífice pidió a una comisión que reexaminara el proceso de Galileo, condenado por la Iglesia en 1633, para poner fin al "amargo y doloroso conflicto" que se había originado, y permitir "una fructífera concordia entre ciencia y fe". Ya en 1983, había dicho a los científicos en el Vaticano: "Reconocemos ciertamente [que Galileo] tuvo que sufrir a manos de organizaciones eclesiásticas".
Sin embargo, no fue hasta 1992 y el final de los trabajos de la comisión cuando el Papa tomó una decisión sobre el tema. En un largo discurso a los miembros de la Academia Pontificia de las Ciencias, reexaminó los errores cometidos durante el proceso que había conducido a la condena de Galileo Galilei.
Juan Pablo II recordó que su descubrimiento del heliocentrismo había puesto en tela de juicio la visión geocéntrica ampliamente aceptada en la época, que se basaba en una lectura errónea de la Biblia. "La nueva ciencia, con sus métodos y la libertad de investigación que implicaban, obligó a los teólogos a cuestionar sus propios criterios de interpretación de la Escritura. La mayoría de ellos no lo hizo. Paradójicamente, Galileo, creyente sincero, se mostró más perspicaz en este punto que sus adversarios teólogos", señala.
Por ello, el Papa polaco reconoce el error de estos últimos en su condena de Galileo, criticándoles por haber "transpuesto indebidamente al ámbito de la doctrina de la fe una cuestión de hecho que entra en el campo de la investigación científica".
También recuerda que el heliocentrismo de Galileo fue superado hace tiempo por numerosos descubrimientos sobre el funcionamiento del universo. Por último, el Papa insiste en que el planteamiento de Galileo no corresponde en absoluto a la "tendencia al cientificismo" que caracteriza "la cultura contemporánea". "El caso Galileo se ha convertido en una especie de mito", deplora, el del "supuesto rechazo de la Iglesia al progreso científico".
Por el contrario, insiste, la visión de Galileo sobre la misión del científico "presupone que el mundo no es un caos, sino un 'cosmos', es decir, que hay un orden y unas leyes naturales que se pueden comprender y sobre las que se puede pensar y que, por tanto, tienen una cierta afinidad con la mente".