San José es invocado como patrono de la Iglesia, protector de los trabajadores y de las familias; pero también se le dirige una oración al esposo de María por los cristianos perseguidos a causa de su fe y por la Iglesia que sufre.
Por eso, te ofrecemos una oración a quien siempre cuidó a la Sagrada Familia, el carpintero de Nazaret que, como narra el Evangelio de Mateo, se llevó al niño a Egipto para evitar que el rey Herodes lo matara.
Oración
Querido san José, que cuidaste a Jesús con responsabilidad y prudencia
y lo protegiste de los peligros y amenazas que siempre lo acompañaron.
Mira cómo también hoy sigue siendo perseguido en tantos cristianos que sufren,
despreciados, atacados y asesinados por su fe,
de manera pública y privada, lentamente o con una terrorífica violencia hasta su muerte.
Nos identificamos con ellos y te presentamos su dolor,
esta injusticia que atraviesa los siglos y las fronteras.
Humilde y poderoso san José:
Cuida de estos hermanos nuestros, en sus necesidades.
Permíteles sentirse muy cerca de Jesús en la cruz salvadora,
dales esperanza, paciencia y amor
y que su fidelidad y unión a Dios
triunfe sobre todas las miserias que tengan que afrontar.
Amén.
Poderoso san José
Son muchísimas las personas que aseguran que san José les ha ayudado mucho en su vida, tanto en pequeñas necesidades físicas como en grandes asuntos espirituales.
El mismo Papa tiene a la vista en su habitación una figura de san José durmiendo y ha explicado en más de una ocasión que cuando tiene un problema o una dificultad, la escribe en un papelito que coloca debajo de la imagen "para que lo arregle".
Y seguramente, el sufrimiento de la Iglesia perseguida ha sido una de las peticiones que Francisco presenta asiduamente a san José, porque lo lleva marcado a fuego en su corazón, como ha mostrado tantas veces, por ejemplo en el centenario del genocidio armenio.
"Oímos el grito sofocado y descuidado de tantos hermanos y hermanas nuestros inermes, que a causa de su fe en Cristo o de su pertenencia ética son asesinados pública y atrozmente – decapitados, crucificados, quemados vivos –, o constreñidos a abandonar su tierra.
“Es obligado recordarlos, porque donde se pierde la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta; esconder o negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla”.
Patrono de la Iglesia y especialmente de los trabajadores, de las familias y de los moribundos, san José nos ofrece su gran poder para aliviar y sublimar con nuestras oraciones los sufrimientos de los cristianos perseguidos.